Adaptación ancestral al cambio climático desde el enfoque de género

Wendy Toro
Wendy Toro

Investigadora en asuntos de género y cambio climático

El cambio climático es una realidad innegable y es uno de los problemas más grandes y apremiantes del mundo y la generación actual, no por nada se han volcado todos los esfuerzos por unir a la humanidad y combatirlo a través de medidas de mitigación y adaptación. 

Sin embargo, es de aclarar que los efectos y consecuencias de este fenómeno no las viven de igual forma todas las personas del mundo, si bien existen diferentes grupos de personas que resultan más vulnerables y por lo tanto menos capaces de adaptarse y a sus medios de vida a estas consecuencias, que en muchos casos pueden ser fatales, hay un grupo en particular que se ven más afectado: las mujeres y las niñas rurales. 

A pesar de que el cambio climático es un asunto que nos afecta a todas las personas, las mujeres y las niñas, principalmente aquellas que habitan la ruralidad, se ven más impactadas, en primera medida, a raíz de la construcción social del rol de mujeres más asociado a las labores de cuidado familiar y comunitario que las pone en desventaja y en una vulnerabilidad más alta, sobre todo en los niveles socioeconómicos más bajos en países en desarrollo como Colombia. Además, mujeres y hombres tienen diferentes niveles de participación en cuanto a la implementación de estrategias de adaptación al cambio climático. Lo anterior se ve reflejado en una completa o parcial invisibilización del papel de la mujer en el entorno familiar, comunitario, organizativo y político.

 

Las mujeres hacen contribuciones fundamentales a la economía de la ruralidad de los países en desarrollo

¿Cuál es el rol de la mujer rural y por qué es importante incluirla en la planeación y ejecución de estrategias de adaptación al cambio climático?

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – FAO, las mujeres hacen contribuciones fundamentales a la economía de la ruralidad de los países en desarrollo, teniendo roles como agricultoras y creadoras de procesos organizativos, por lo que tienen un papel fundamental en la producción de alimentos y en la salvaguarda de la seguridad alimentaria familiar y comunitaria. 

 

Lo anterior se traduce en que, con frecuencia, son ellas quienes aseguran la alimentación de sus familias mediante la agricultura de subsistencia o de pancoger y la cría de ganado, a menudo, a través de huertas caseras. Los hombres tienden a trabajar en las áreas de producción más grandes en ocasiones alejadas de sus casas o incluso en actividades diferentes como la minería. En su papel como proveedoras de alimentos, las mujeres dependen altamente de los elementos naturales y de ecosistemas y un ambiente sano; son, por lo tanto, las primeras personas en verse afectadas por los impactos del cambio climático. 

Como ya se mencionó, una de las tareas principales y centrales de las mujeres es la maternidad, el cuidado (principalmente de niños, niñas, jóvenes, personas de la tercera edad, personas con diversidades funcionales físicas y cognitivas y personas enfermas)  y las labores del hogar, al mismo tiempo que la provisión y garantía de medidas de higiene y salud incluyendo actividades como la recolección, transporte y potabilización del agua para consumo humano y para el saneamiento básico. 

Así, la respuesta al por qué se debería incluir a la mujer en los asuntos de cambio climático y adaptación resiliente resulta obvia, además de que las mujeres representan la mitad de la población mundial y la mitad de soluciones en el mundo y sería ilógico ignorar este poderoso recurso, las mujeres y las niñas no son sólo víctimas de las inclemencias del clima y de las desigualdades de género, son agentes y actores fundamentales en la ejecución de estrategias de adaptación y supervivencia.

 

Las mujeres tienen herramientas para satisfacer las necesidades de sus familias, además de un amplio conocimiento de los elementos naturales, el ecosistema del cual subsisten y de las prácticas y saberes ancestrales que les han sido transmitidos por sus abuelas y abuelos, que representan la huella dactilar de sus territorios y que resultan vitales para plantear y ejecutar estrategias de adaptación al cambio climático sostenibles ambiental y temporalmente. 

Esto se ha podido corroborar en las comunidades circundantes de los páramos de Ocetá y de la Cortadera en el departamento de Boyacá en donde se ha llevado a cabo un proceso investigativo y de diseño de un plan de adaptación al cambio climático con enfoque de juventud, género y ancestralidad.

Las mujeres tienen herramientas para satisfacer las necesidades de sus familias, además de un amplio conocimiento de los elementos naturales, el ecosistema del cual subsisten y de las prácticas y saberes ancestrales

En estas comunidades las mujeres, a pesar de que su accionar comunitario está parcialmente invisibilizado, representan una gran oportunidad para contrarrestar el cambio climático, a través de actividades cotidianas como la agroecología aplicada en sus huertas caseras, que ha contribuido a disminuir el uso de elementos químicos actualmente usados en la agricultura, creación de procesos organizativos para llevar a cabo, por ejemplo, procesos ecoturísticos y rescate y recuperación de semillas ancestrales y nativas de sus territorios, entre otras, contribuyen al mejoramiento de la calidad de vida de sus familias y de sus comunidades, además de que las ha impulsado a realizar actividades y participar en espacios más allá de los impuestos por sus dinámicas culturales.

Este valioso conocimiento sobre la forma de administrar y proteger sus hogares y su territorio es fundamental para buscar alternativas para la adaptación al cambio climático y eventos relacionados con este, incluyendo el enfoque de género. Las mujeres conforman redes organizativas dentro de sus comunidades y son conscientes de las estructuras y capacidades de sus territorios. 

Todo lo anterior visibiliza y pone sobre la mesa la importancia de la inclusión de las mujeres en los procesos de toma de decisiones relacionados con la preparación de planes de gestión de desastres y riesgos para que sus voces, intereses y necesidades se vean reflejadas, tomadas en cuenta y atendidas en igualdad de condiciones. El incorporar las cuestiones y desagregaciones de género dentro de los procesos de adaptación, no sólo beneficiará a las mujeres y a las niñas, también a los hombres y su comunidad a largo plazo.

Bibliografía

FAO. (2013) GUÍA DE CAPACITACIÓN INVESTIGACIÓN DEL GÉNERO Y CAMBIO CLIMÁTICO EN LA AGRICULTURA Y LA SEGURIDAD ALIMENTARIA PARA EL DESARROLLO. Recuperado de: http://www.fao.org/3/i3385s/i3385s.pdf 

Fundación Friedrich Ebert. (2012). Policy paper 18: El cambio climático desde una perspectiva de género. Recuperado de: https://www.bivica.org/files/cambio-climatico-perspectiva-genero.pdf 

Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades. (2020). Género y Cambio Climático: Un diagnóstico de situación. Recuperado de: https://www.inmujer.gob.es/diseno/novedades/Informe_GeneroyCambioClimatico2020.pdf 

PNUD. (s.f.) Género y cambio climático. Lo que debemos conocer para estar mejor preparados y preparadas. Recuperado de: http://americalatinagenera.org/ciclonew/estacion1/H_APG_2012_08_PPT_G_CC.pdf